El viaje, no se puede decir que fuera corto, antes de llegar al aeropuerto final, hicimos dos paradas: en Hyderabad y Ahdmadabad. Los pasajeros, cómo en otras ocasiones nos había pasado, subían y bajaban cómo si de un autobús se tratara, tres despegues y tres aterrizajes en menos de cinco horas, y todo esto al cuidado de un azafato, que por su cara parecía temerle más a volar que a un "nublao".
Llegamos a Jaipur a la hora esperada y con el tiempo justo para coger un tren que nos llevaría a Ajmer.
El tiempo en el tren se hizo llevadero mientras leíamos sobre la India y entre decenas de inagotables vendedores de Chai, Samosa y otros muchos productos.
Ya en Ajmer nos quedaban unos 15 km hasta Pushkar y tomamos un taxi compartido con un indio que hablaba Portugués.
Por fin llegamos al Paramount Hotel. Éste es un palacete de mármol blanco reconvertido en hotel, muy limpio, con personal muy agradable, con increíbles vistas y en el que repetíamos por segunda vez.
Su precio es inferior al servicio que ofrece, la suite en la que decidimos quedarnos, eran sólo 6 euros la noche.
La primera noche en Pushkar, subimos al bonito chill out de nuestro hotel y nos encontramos la agradable sorpresa de que Jaume, Óscar y Javier; tres alicantinos habían cumplido con su tradición, y habían preparado una paella en país ajeno, eso sí, de verduras, por tratarse de una ciudad sagrado por el único templo Brama que existe en la India.
Charlamos durante horas disfrtando de la comida, vino reserva español y cerveza India.
Esa noche se forjó una conexión muy interesante para el futuro de Tamilkat, ya que ellos nos planteaban la posibilidad de colaborar a través de una escuela en Alicante (son profes allí).
En Pushkar hemos pasado tres noches, es una de las ciudades más turísticas pero a la vez en la que nos encontramos más tranquilos. Un buen lugar para combinar trabajo y relax.
